MARCO TEÓRICO:
El estudio de los pacientes con traumatismo ocular ha sido de interés desde los inicios de la oftalmología, sin embargo en los últimos 20 años se han presentado grandes avances en su diagnóstico y manejo.
No obstante los grandes avances en la evaluación y manejo de este problema, hasta hace poco era muy limitado el progreso en el conocimiento de la epidemiología y prevención de los traumatismos oculares. Ello obedeció en parte a la recopilación de datos relevantes. Ya que es relativamente fácil la recopilación de series de diagnósticos y tratamientos específicos y extrapolar los datos a partir de ellas, pero la definición de las tasas generales y de los factores de riesgo en los traumatismos oculares es mucho más problemática.
Los estudios epidemiológicos se han llevado a cabo de las siguientes formas. La primera consiste en la encuesta hospitalaria sobre el número de lesiones oculares en determinado número de tiempo(2), sin embargo reflejan un sesgo geográfico demográfico relacionado con el tipo de referencia que tenga el hospital, y por lo tanto no siempre se pueden generalizar. Otro tipo de encuesta es el registro voluntario como el sistema nacional de traumatismos oculares de Estados Unidos(3). De todos modos no es posible estimar la tasa ni los factores de riesgo, ya que no se conoce el porcentaje ni el tipo de lesiones no comunicadas por hospitales fuera del estudio. El tercer método consiste en medir la incidencia de los traumatismos en una determinada población(4). Ofreciendo importantes datos acerca de las tasas de la enfermedad pero rara ver permite aclarar los detalles clínicos o los factores de riesgo.
La estimación sobre la incidencia de los traumatismos oculares, o sea el número de nuevas lesiones que ocurren en una determinada población en un tiempo dado, es variable en función del lugar y de la estrategia de investigación. Así en un estudio realizado en Wisconsin (2) sobre lesiones oculares agudas tratadas en el hospital, se obtuvo una incidencia de 423/100 000. En cambio Glynn, Seddon y Berlin (5) describieron una elevada incidencia de traumatismos oculares en Nueva Inglaterra. Este estudio se basó en entrevistas telefónicas efectuadas tras marcar al azar diferentes números de teléfono, revelando una tasa de 9,75 lesiones oculares por 1.000 adultos; el 59% de estos accidentes habían ocurrido en el trabajo, afectando 5,5 veces mas a los varones; disminuyendo la incidencia con la edad en forma lineal.
Tielsh, Parver y Shankar (4)revisaron los resúmenes de altas hospitalarias para conocer la incidencia de ingresos por traumatismos oculares en Maryland desde 1979 hasta 1986; la incidencia anual resultó del 13,2 por 100.000. Teniendo resultados similares en una estadística a nivel nacional utilizando la misma metodología Klopfer y cols.(6).
Anteriormente se pensaba que el traumatismo ocular era resultado de un accidente por si solo y como tal no podría ser evitado; sin embargo en los últimos años se han realizado importante avances en su prevención en países desarrollados, por medio de la implementación de medidas de seguridad en el trabajo, en el hogar, en los automóviles, y en los deportes. Se han creado materiales resistentes y ligeros para construir caretas y gafas protectoras cada vez mejores, y se han formado comisiones que vigilan las características de los productos que salen al mercado y su posible implicación en lesiones oculares (7). Todo lo anterior es el resultado de años de esfuerzo de los grupos multidisciplinarios para estudiar la epidemiología del trauma ocular, y con estos datos implementar medidas preventivas adecuadas.
El conocer la historia natural de la enfermedad es la primera parte en el desarrollo de estrategias de prevención y de tratamiento oportuno de los traumatismos oculares. Por medio de un modelo experimental en simios se han observado las alteraciones anatomopatológicas que se presentan en el trauma ocular de inmediato y a largo plazo(8). Lo que ha permitido a los oftalmólogos ofrecer cada vez mejores expectativas de tratamiento con nuevas y sofisticadas técnicas quirúrgicas (9, 10, 11), aunque todavía el manejo primario del trauma ocular de manera menos agresiva sigue siendo válida en nuestro país(12) y no es el motivo de este estudio.
Mediante este estudio se plantea la interesante oportunidad para incrementar nuestro conocimiento sobre el trauma ocular, y al sacar ventaja de tal oportunidad y analizar los resultados se podrán salvar o mejorar la visión de literalmente decenas o centenas de personas cada año que de otra manera terminaría con una limitación significativa de su visión a causa de un traumatismo ocular.
Una abrumadora mayoría de la información que tenemos disponible viene del extranjero, y no contamos con estudios sobre este tópico de la oftalmología en el Occidente de México, para lo cual se desarrolla este proyecto de investigación.